Siempre me ha cautivado la idea de que, al mirar el firmamento, la luz que vemos de las estrellas es aquélla que emitieron hace millones de años; se podría decir que somos testigos del pasado desde el presente, una suerte de máquina del tiempo. Una relación espacio-tiempo que a mi mente se le antoja casi mágica.
Syrma, título que da nombre al proyecto, es una estrella de la constelación de Virgo a 69,8 años luz de distancia respecto del Sistema Solar.
Esta distancia que nos separa de ella me llevó al concepto de viaje (tanto físico como introspectivo). A partir de esta idea se va desarrollando un trabajo impregnado de una atmósfera onírica, psicológica como telón de fondo para seguir preguntándome por las cuestiones universales que guían mis distintos proyectos.